El equipo de Fernando Gago se impuso merecidamente por lo que hizo en algunos tramos del primer tiempo y en el inicio del segundo, pero terminó sufriendo los embates de su rival en los últimos 15 minutos. Los hinchas de Boca deben haber vivido con el corazón a cuatro manos ese cuarto de hora final, lapso en el cual García tuvo una gran chance para empatar.
Newell's, sin demasiados problemas de promedio, sin riesgo de descenso, sin chances de entrar a alguna Copa, sin grandes incentivos visibles, encaró este partido pensando en que estaría bueno darle una alegría a la hinchada que tantos sinsabores acumuló en el año. Sabiendo, eso sí, que una victoria contra un peso pesado siempre genera buenos climas.
Para Boca, en cambio, el partido era entendido por sus hinchas como una final, porque está en juego su clasificación para la Copa Libertadores de América, y una victoria lo dejaría en las puertas. Claro que una cosa es lo que se busca, y otra lo que se encuentra en función de las posibilidades técnicas de que se dispone.
Boca no tiene un gran funcionamiento, pero si jugadores muy dotados para encarar un partido como estos. Y su jerarquía quedó expuesta en la jugada del gol de Zenón: buen toque de Guillermo Fernández, centro con el revés del botín derecho de Zeballos, de derecha a izquierda, y toque suave de Zenón casi debajo del arco.
Antes de eso había tenido otras ocasiones, que no habían podido concretar Cavani y Giménez, que esta vez estuvo muy flojito.
En el Boca que iba al frente sin pausas se destacaron Fernández, Fabra trepando por su lateral, y especialmente Zeballos. En el otro Boca, el que se fue metiendo de a poco atrás empujado por Banega (gran segundo tiempo, jugando siempre con mucha claridad) se destacaron rechazando de cabeza los centrales.
A una fecha de la culminación del campeonato, Boca se llevó una sonrisa de Rosario. Newell's, mientras tanto, espera que el año termine pronto para barajar y dar de nuevo.
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