
El primer tiempo fue bastante aburrido, jugado a baja velocidad, con mucho toque y poca profundidad por el lado de Talleres y con pocas ideas por el lado del local.
La modorra de esos 45m iniciales se sacudió con un par de llegadas de los cordobeses y un mano a mano de San Lorenzo.
Galarza tuvo una buena oportunidad, pero elevó el remate después de un remate de Botta detenido a medias por Gill y Palacios llegó claramente en otra ocasión, pero disparó a las manos del arquero local.
Por el otro lado Cerutti tuvo una excelente chance en una jugada de contraataque que encontró muy abierta a la línea de fondo, pero su remate impreciso rebotó en las piernas de Herrera que había salido a cubrir muy bien.
Sobre los 10 del segundo tiempo, Talleres manejaba mejor la pelota, San Lorenzo mostraba impotencia en todas las líneas y el público, que empezó a fastidiarse, lo hizo sentir cantando aquello de “movete, deja de joder”. El partido entró en un pozo desde entonces y parecía que estaba irremediablemente condenado al cero, pero Braida se fue por la izquierda y metió un buen centro al medio del área, Vombergar (que había reemplazo a Cuello) frenó la pelota, apuntó, tiro y entonces explotó de alegría el Nuevo Gasómetro.
Los tres puntos ganados y las buenas atajadas del paraguayo Gill quedaron reflejados a la hora de las buenas noticias en el balance final de los de Russo. Talleres mostró las buenas intenciones conocidas, pero no tuvo pimienta en las cercanías del área rival. La derrota es un castigo excesivo.
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