
Lxs repartidoes comenzaron a organizarse con las paradas solidarias, haciendo postas en la calle de apoyo y solidaridad mutua. Durante la pandemia cumplieron un rol esencial, llevando alimentos y medicamentos. Fueron trabajadores esenciales sin derechos, las empresas Rappi, Glovo y PedidosYa no les brindaban ni siquiera una instalación para cargar sus teléfonos, algo fundamental para poder trabajar, tampoco tenían elementos para protegerse del coronavirus, sanitizarse o ir al baño. En la actualidad la situación no cambió nada, las compañías no cumplen con las leyes de seguridad e higiene, tampoco brindan ART, ni seguro de vida.
Lxs trabajadorxs deben costear sus herramientas de trabajo por sus propios medios: mochila, movilidad, indumentaria, teléfono, internet móvil y abono, pero "las ganancias se las llevan las empresas", asegura la referente del sindicato y agrega: “Es un modelo de explotación laboral propio de este siglo, relacionado a la urbanización del trabajo a través del uso de las plataformas que las presentan como un intermediario entre un servicio y un cliente pero, en nuestro trabajo dependemos en todos los planos de la aplicación, en términos económicos los que te depositan semanalmente son las empresas y además, tenemos que cumplir con los criterios que ellos nos imponen", explica Belén.
Las empresas no solo no garantizan ninguna herramienta de trabajo sino que además, les imponen condiciones laborales inhumanas que en caso de no cumplirlas y como castigo se traduce en la suspensión de las cuentas de lxs trabajadores. "Si no cumplimos con determinado índice de aceptación de pedidos, es decir, aceptar indiscriminadamente los pedidos que nos designan, o si no cumplimos con ciertos criterios de tiempo para entregarlos - porque tenemos un accidente, o cualquier contingencia que uno puede tener trabajando en la calle - pueden tomar la decisión unilateral de suspendernos la cuenta temporal o definitivamente. Frente a eso no tenemos derecho a réplica y en general tampoco hay una explicación de por qué nos suspenden", asegura la vocera.
Trabajan a destajo y por cada pedido que entregan reciben entre mil y mil quinientos pesos, solo cobran por pedido entregado, algunxs llegan a pedalear hasta 12 horas para alcanzar un sueldo que ni siquiera les alcanza para llegar a fin de mes. Belen cuenta: "Los compañeros que tienen familia llegan a hacer jornadas de 16 horas de trabajo para alcanzar un ingreso que de todas maneras es insuficiente. Con 10 horas de trabajo, seis días a la semana, llegan a obtener ingresos que van entre los 700 mil y 800 mil pesos porque hay baja demanda, entonces estamos muy por debajo de la línea de pobreza.”
¿Los costos de los envíos se actualizan?
--No se actualizan. Llevamos adelante jornadas extenuantes que para nosotros representan gastos, porque lo contradictorio es que nuestros ingresos por pedido entregados no están homologados a la inflación, no tenemos aumento pero todos los costos de nuestro trabajo aumentan como el plan del teléfono y el mantenimiento de nuestras herramientas de trabajo. Todo eso configura una situación de extrema precariedad en los ingresos y también en la condición laboral misma, porque no tenemos cobertura de ningún tipo.
¿Las empresas les exige que sean monotributistas?
--Sí. Nosotros trabajamos y facturamos mediante el monotributo, que es un fraude también, porque lo que sucede es que las cargas sociales que deben pagar las empresas, que corresponde a lo que sería nuestra jubilación y todos los derechos sociales como puede ser una obra social, en lugar de pagarlo la empresa, lo paga el trabajador. Sobre la base del modelo de flexibilización laboral implementado en la década de los 90 con la aprobación de la ley del monotributo en 1994, esa flexibilización da una vuelta de tuerca más en los niveles de precarización y de explotación de los trabajadores y lo que usan estas empresas es la figura del falso autónomo.
¿Qué reclamos realizaron?
--Al ganar el sindicato movilizamos a las puertas de las empresas pero nadie salió, son empresas fantasmas, que tienen sus casas madres en otros continentes, en muchos casos, por ejemplo, la sede central de PedidosYa está en Alemania. Se desligan de toda responsabilidad y tampoco tienen la obligación de tener un espacio físico donde ir a reclamar. Acto seguido nos movilizamos al Ministerio de Trabajo con una serie de reclamos elementales como ART y seguro de vida. Hemos acompañado el caso de Daiana, que es una compañera que en marzo de este año falleció trabajando, también durante la pandemia fallecieron muchos compañeros y juntamos plata para bancar. Cuando fuimos al Ministerio de Trabajo, la respuesta fue: ‘como ustedes no son considerados trabajadores y tampoco tienen representación gremial, nosotros no somos competentes’ y sobre la base de eso fue que decidimos poner en pie el sindicato y logramos hasta el día de hoy 2.500 afiliados. Tenemos un expediente presentado en el Ministerio de Trabajo desde el 2021, expediente que no fue aprobado tampoco por el gobierno anterior, para que podamos tener al menos una herramienta de representación gremial para después disputar todos los derechos, el reconocimiento de la relación laboral y que se garanticen los derechos elementales contemplados en la ley de contrato de trabajo, pero también el reclamo es a los gobiernos y al Estado para que tomen medidas concretas si es necesario.
¿Qué le pasó a Daiana?
--Ella era de Munro, Zona Norte, vivía en Villa Adelina. Daiana sufrió el accidente yendo a cumplir sus horas de trabajo, el 22 de marzo a las 11 del mediodía. Lo que le sucedió es que nuestro trabajo nos exige mucho e impacta en nuestra percepción de la realidad, y del manejo en la calle. Nosotros vamos mucho más acelerados para cumplir justamente lo que nos piden y ahí lo que queda de lado muchas veces es nuestra vida. A Daiana la atropelló un colectivo de la línea 184. La familia quedó conmocionada. Se hizo un laburo de solidaridad entre compañeros de trabajo y realizamos una movilización también acompañando a la familia, exigiendo justicia y también poniendo en tema el problema de la precarización laboral que vivimos. Si sufrimos un accidente no tenemos cobertura, pero además, la dinámica del régimen laboral que tenemos nos expone el doble o el triple en comparación con cualquier otro trabajo con un nivel de vulnerabilidad laboral extrema.
¿Es una salida laboral que está empezando a feminizarse?
--Sí, la cantidad de mujeres que empezamos a repartir aumentó mucho y tenemos otras problemáticas, cuando menstruamos no tenemos a un baño en condiciones y eso es un problema para nosotras. Necesitamos un reconocimiento de la relación laboral y necesitamos también que los gobiernos y el Estado se pongan a la cabeza. Y en ese sentido, para nosotros, la pelea por los derechos laborales para esta nueva rama de la economía y este nuevo sector de servicios, es una pelea que es laboral y que tiene una política que va en sintonía con lo que proponen Trump, Milei, Bolsonaro y que tienen como principales aliados a los Jeff Bezos, a los Elon Musk y a los Galperín. Es muy importante que nuestras voces se escuchen en el debate político y por eso en las últimas elecciones legislativas, muchos de quienes integramos en Sitrarepa, fuimos candidatos a legisladores por la Izquierda en la Ciudad de Buenos Aires con el apoyo de Manuela Castañeira. Para nosotros es importante aportar estas voces con contenidos profundos que afectan a un sector.
¿Cuál es el reclamo más urgente?
--Necesitamos que se reconozca nuestro sindicato porque de eso depende que nosotros podamos seguir peleando. Nunca nos regalaron nada a los trabajadores, somos profundamente conscientes de eso y seguiremos luchando.
Este es un contenido original realizado por nuestra redacción. Sabemos que valorás la información rigurosa, con una mirada que va más allá de los datos y del bombardeo cotidiano.
Hace 38 años Página|12 asumió un compromiso con el periodismo, lo sostiene y cuenta con vos para renovarlo cada día.