La influencia de Howard Phillip Lovecraft es muy fuerte en la comunidad argenta de fans del terror –hubo, incluso, convenciones dedicadas a él en la mismísima Facultad de Filosofía y Letras–, y Asylum es buena muestra de ello. Es una aventura gráfica bastante clásica (con la manito de puntero y todo), donde el protagonista se mete a una institución psiquiátrica que, digamos, no maneja exactamente las últimas innovaciones en materia de cuidados de la salud mental.

Asylum está disponible para PC y Mac, s una producción de Senscape, un estudio de juegos argentino fundado por Agustín Cordes hace 15 años y especializado en el desarrollo de juegos narrativos, con énfasis en la atmósfera (como Scratches). Esto significa que aquí hay una atención puesta fuertemente en la banda de sonido (que reconoce inspiraciones en las películas de terror de los '80 y en John Carpenter), y ruidos/efectos de sonido/gritos que contribuyen más a generar una ambientación que a causar sobresalto.

Ahí hay algo interesante de Asylum. Si otros juegos por el estilo buscan generar un respingo en la silla al jugador, los de Senscape declaradamente buscan un horror "de combustión lenta", provocar ese miedo que se mete en las tripas sin causa enteramente aparente. El cagazo como experiencia plena, antes que el julepe como estímulo inmediato.

Fiel al espíritu lovecraftiano, la propuesta es ir interactuando con otros personajes que no tienen todos los patitos en fila, y donde muchas veces va a ser más importante dejarlos encerrados que darles rienda suelta. También hay que ir descubriendo pistas que completan la historia y resolviendo puzles para avanzar en el relato. En este sentido, es un juego que recompensa la paciencia de revisar concienzudamente cada habitación y leer con cuidado cada papel y carpeta que aparezca. Todo eso a media luz, enfrentando la decadencia de cosas rotas y sucias (como muchos de los personajes del juego).


Despelote

Es Quito, pero podría ser Florencio Varela o el Docke. Despelote es un videojuego "de fútbol", sí, pero donde la pelota es una excusa para mostrar la ciudad. El jugador se pone en la piel de Julián, un pibito de 8 años que lleva la número 5 por las calles de la capital ecuatoriana. ¿Cuántas cosas se pueden hacer con una pelota en la ciudad? ¿Qué harán los vecinos si Julián les pasa la pelota? ¿Qué hacés vos si a los del fulbito de la plaza se les va la redonda y te queda cerca? Despelote anduvo derecho en el último tiempo, con cuatro nominaciones a los premios del Independent Games Festival 2025: el Gran Premio Seaumas Mcnally, el Premio Nuovo y sendos premios a la Excelencia en Narrativa y en Audio. Selección oficial en Ludonarracon 2025, reconocimientos en Tribeca, Gamescon LATAM, y hasta el el Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam. Está disponible para Nintendo Switch, PlayStation 4 y 5, Xbox Series X|S y PC.


Kiborg

¿Un reality show entre condenados a prisión para ver quién sale en libertad? Ok. ¿Y prisioneros que se van mejorando con componentes cibernéticos y buscan armas cada vez más pulenta para hacerse agujeros entre sí? También. La premisa de Kiborg es que Morgan Lee cumple una condena de 1300 años en un planeta prisión y para saldarla tiene que ganar "El último boleto", una competencia entre convictos. Más que una historia, una excusa para cargar las armas y salir de cacería. Mezcla de roguelite y shooter (no FPS, porque la perspectiva es casi isométrica), la promesa de Kiborg es el "combate brutal". El antagonista hace pensar en una versión más grotesca y sanguinolienta de Mojo (el villano de la dimensión paralela de los X-Men). La sangre se queda en el piso y muchas secuencias y movimientos evocan los detalles gore que fascinaron a una generación cuando los primeros Mortal Kombat llegaron a las consolas. Está en PlayStation 4 y 5, Xbox Series X|S y One, y PC a través de Steam.


Battlefall: State of Conflict

Para los fans hardcore de los juegos de estrategia en tiempo real, Battlefall: State of Conflict tiene una estética retro (un poco alla Command and Conquer), con toques remozados. Las gráficas pueden costar a quienes se (mal)acostumbraron a las grandes definiciones de la última década y pico, pero claramente buscan capturar el aire de los primeros RTS. El juego está en early access y sólo tiene dos facciones jugables (el ya veterano Starcraft original venía de movida con tres). Aunque la propuesta de ambientación es buena (una suerte de futuro roto donde una fuerzas disciplinadas de la humanidad se enfrentan a unos chatarreros caóticos), por ahora se sienten en falta más facciones que al menos aporten la ilusión de mayor riqueza narrativa. Lo mismo con los mapas (por ahora dos, ártico y desierto, con un total de 17 mapas para escaramuzas) y la campaña, que en sus nueve misiones deja con ganas de más.



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