Designar el momento de inicio o fin de un ciclo, en particular cuando se trata de fechas recientes, suele ser arbitrario. En este caso, no faltarn argumentos a favor (tampoco en contra) de sealar al 19 y 20 de diciembre de 2001 como fin de una etapa y comienzo de otra. En definitiva, el actual Gobierno es un emergente de aquella situacin y, por tanto, forma parte de un perodo que trasciende su tiempo material al frente del Ejecutivo. Al hablar de las cuestiones pendientes, entonces, podemos hacerlo a partir de las expectativas, demandas y necesidades que se forjaron en aquellos das y dieron lugar a la ms importante revuelta popular en las ltimas dcadas de historia de este pas. 5o1w2a
Se acuerdan de la consigna “que se vayan todos”? Difcilmente alguien pueda haberla olvidado, ms all de las innumerables reinterpretaciones a que dio lugar. Para ser claro, doy la ma: la demanda estaba referida a “todos” los que tuvieran que ver con una forma de hacer poltica que haba cado en la absoluta falta de representatividad, ya fuera desde los partidos polticos, los sindicatos o cualquier otra institucin pblica. A derecha e izquierda, la falta de reflexin sobre una nueva forma de organizacin social –la larga siesta de los intelectuales orgnicos del fin del siglo XX, podra decirse metafricamente– y consecuentemente de representacin, dej hurfanos de ideas a muchos de los que debieron ocupar, u ocuparon sin las cualidades para el asunto, cargos dirigentes. Si la sociedad y sus organizaciones son el contrapeso a la acumulacin de ms poder de los que ya son poderosos, la falencia de las primeras les deja el camino allanado a los ltimos para que sigan avanzando en su proceso de concentracin.
Llegado este punto, podemos interrogarnos sobre las cuestiones pendientes para alcanzar esos cambios, que le otorguen una herramienta de contrapeso a la sociedad frente a quienes se aprovechan de ella. Se fueron “todos”, al menos aquellos “todos” que ya no podan representar ni liderar a una sociedad en el trnsito hacia un estadio de mayor justicia? Es fcil responder que no, pero habr que reconocerles a muchos de los condenados por las movilizaciones de diciembre de 2001 una enorme capacidad para disfrazarse, transmutarse, asimilarse y seguir siendo lo que eran aunque pareciendo otra cosa.
Es el actual Gobierno nada ms que una asimilacin a los tiempos que corren de los gobiernos tradicionales de los partidos tradicionales de las ltimas dos dcadas? Nadie puede decir que tiene elementos suficientes para dar una respuesta definitiva, en un sentido o en otro. Pero vale sealar los resabios del ciclo poltico anterior, las “cuentas pendientes” para demostrar que efectivamente ste es un gobierno de “nuevo tipo”.
Por qu se sigue recurriendo a dirigentes polticos y a formas de hacer poltica en las llamadas “provincias chicas”, tan vinculadas al caudillismo y formas casi feudales de organizacin para formar esa especie de escudo de respaldo al gobierno nacional?
Por qu se sigue generando una suerte de compromiso o vnculo permanente con la vieja dirigencia sindical, reconocindole desde el Gobierno una representatividad que sus propias bases no le reconocen, para construir consensos que, en definitiva, sern tan dbiles como el respaldo que esos mismos dirigentes concitan?
Por qu se mantienen viejas estructuras del Estado viciadas por su dependencia de los mismos intereses econmicos a los que deberan controlar, en vez de ejecutar un cambio de fondo que remueva esa lacra?
Con estos condicionantes, sin removerlos previamente, difcilmente se asista a una transformacin en serio. Las expectativas abiertas con el derrumbe del viejo sistema que se pretendi ejecutar aquel “19 y 20” podran volver a verse frustradas, si es que nadie va a capitalizar esa enorme fuerza que es la gente en las calles, capaz de equilibrar cualquier “relacin de fuerzas desfavorable”, ese argumento tantas veces aprovechado para justificar la inmovilidad. El efecto de aquel impulso no se agot. El tiempo para remover esos resabios –una cuantiosa cuenta pendiente–, tampoco.